Ortega se entrenó y alrededor suyo hubo charlas de todo tipo. Passarella quiere que haga una rehabilitación en serio y Astrada pidió la colaboración de su familia.
Estas novelas de Ariel Ortega siempre tienen el mismo principio y el mismo final. El Burrito llega tarde a un entrenamiento o una concentración, el técnico de turno y los dirigentes reaccionan con intenciones de tomar decisiones importantes, se habla, se evalúa... Pero nada cambia. Salvo cuando Simeone se puso firme y asumió la (enorme) responsabilidad de separarlo del plantel, las recaídas del jujeño quedaron debajo de la alfombra del Monumental. Como ahora. Ayer Ortega volvió a entrenarse con el plantel y lo más probable es que tampoco se someta a un tratamiento. La única medida que tomó Astrada, avalada y acompañada por Passarella, es la de aplicarle una especie de "castigo futbolístico" al 10 para obligarlo a que cumpla las reglas disciplinarias grupales. Incluso, el Kaiser quiere convencerlo una vez más para que haga una rehabilitación seria.
Desde el sábado a la madrugada, cuando el jugador se presentó tarde y en mal estado a la concentración, las sensaciones fueron variando. La primera reacción del cuerpo técnico (la dupla Astrada y Hernán Díaz) fue de impotencia porque ya no saben cómo convivir con esta situación que se repite cíclicamente y que ellos sufren como cabezas de grupo desde el primer día: el jujeño faltó al entrenamiento previo al debut del Jefe ante Independiente y habría tenido otra recaída tras volver de Salta este verano, lo que lo dejó afuera del primer superclásico. Esto mismo le pasó al Kaiser y los dirigentes de su círculo íntimo, algo que se potenció el domingo cuando el Burrito se fue caliente de la concentración al enterarse de que no iba ni al banco ante Central. Rondó la idea de separarlo del equipo para que se interne, aunque fue abortada enseguida, porque, obviamente, sacar a Ortega del equipo no es una decisión sencilla. Por más que sea lo mejor para él, ¿quién se anima a dejar a River sin su ídolo?
"Ariel seguirá entrenándose con nosotros, pero necesitamos que la familia colabore para que haga una rehabilitación". Así explicó Astrada, ayer a la tarde en La Red, la determinación consensuada cerca del mediodía con Passarella. En esa charla, el Kaiser le pidió al técnico un informe sobre el comportamiento del 10 en el día a día y otro a Luis Seveso, sobre la situación actual del jujeño en cuanto a los tratamientos (momentáneos) que ha realizado hasta ahora. A su vez, el presidente de River decidió que va a comunicarse con la esposa, los padres y las hermanas de Ortega para que intercedan y, si es posible, lo obliguen a internarse. Pero lo que dejó claro el Kaiser es que no tomará ninguna medida drástica, sobre todo porque considera que es una decisión tan importante que deben tomar Ariel y su familia.
Otra cuestión que influye en este contexto es que el vínculo del jujeño con River finaliza en junio de este año. Por lo tanto, es probable que si el Burrito no está de acuerdo con las condiciones que se le impongan, decida cambiar el rumbo y, por ejemplo, aceptar una oferta de Emiratos Arabes que siempre tiene a mano o jugar donde le permitan "más libertad". También está claro que hoy Ortega no puede exigirle demasiado al club.
¿Entonces? Por ahora el ídolo sigue en River y si en los próximos 15 ó 20 días "cumple con las reglas grupales", volverá a jugar. Nada nuevo. Otra vez.
martes, 9 de febrero de 2010
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