martes, 9 de septiembre de 2008

Te extraño (y yo también)

River aún no encontró cómo reemplazar el liderazgo futbolístico que ejercía Ortega, pero la nostalgia es recíproca: el Burrito no es el mismo sin la camiseta de River...
De lunes a viernes, ninguno de los dos se acuerda del otro. Es más, por momentos disfrutan de la lejanía. Pero el fin de semana, cuando empieza a rodar la pelota, se les hace imposible esquivar la nostalgia. Se extrañan mutuamente. River no es el mismo sin Ortega, y Ortega no es el mismo sin River.En Núñez, al ruidoso alejamiento del Burrito lo sucedió el silencio, una especie de sorpresiva indiferencia. Sólo en los días posteriores a la partida del jujeño, algunos compañeros admitieron que el equipo iba a extrañar su categoría. Después, ya nadie se acordó del ídolo. Desde las tribunas, los hinchas tampoco reclamaron con el famoso "Orteeega, Orteeega", salvo al término del primer tiempo ante Central, y con poco fuerza. Sin embargo, el vacío se siente en el campo de juego. A pesar de que el jujeño nunca alcanzó un gran nivel desde que volvió de Newell's, su capacidad para asumir el liderazgo le aportaba una presencia distinta al equipo. Con él, jugadores de buen pie como Abelairas, Augusto Fernández y sobre todo Buonanotte, se sacaban la mochila de hacerse cargo de la pelota y potenciaban sus virtudes. Incluso en los rivales la presencia de Ortega con la camiseta de River generaba un respeto que hoy ningún otro alcanza. Sin el símbolo que llevaba el 10 en su espalda (nadie usa ese número en el actual plantel), el equipo de Simeone por ahora no encuentra una referencia futbolística que logre suplir al Burrito. Ni el uruguayo Flores ni Rosales, y menos Barrado, pudieron reemplazar esas ráfagas de claridad trascendentes que tuvo el jujeño en la parte final del Clausura, fundamentalmente para asistir a Buonanotte ante Gimnasia LP, Huracán y Olimpo. El Enano apenas jugó ante San Lorenzo desde su regreso de los Juegos, aunque ya desde Pekín reconoció que iba a extrañar a su ídolo.Mientras tanto, en Mendoza, Ortega parece sufrir la separación mucho más que River. No se lo nota feliz ni al jugar. Se fastidia, discute con sus compañeros. Tal vez imaginó que la adaptación a la B Nacional sería más sencilla, pero en cada partido advierte que cuando mete un buen pase, sus compañeros lo convierten en malo... Claro, no es lo mismo asistir a Buonanotte o Falcao que a Buján o Tonelotto. La diferencia de categoría no se limita a las letras que la califican... "Esto es la B, se juega más por arriba, hay más roce. Ariel no puede hacer lo mismo que en River", reconocen desde Trotta, por su actual DT, hasta rivales y compañeros.El escenario tampoco colabora para motivarlo. El Burrito estaba acostumbrado a cambiarse en lujosos vestuarios y a pisar los mejores campos de juego. Ahora, debe pedir permiso para bañarse o conseguir lugar para sentarse en los camarines, y antes de dar un pase o patear al arco tiene que calcular el pique del balón. Por eso, el Ortega de Independiente Rivadavia es diferente al que colaboró con el título de River el semestre pasado.Ante esta situación, surge una pregunta inevitable. ¿Con el flojo nivel que tiene actualmente, el jujeño sería importante en el equipo del Cholo? Es imposible contestar con certeza. Pero lo que no se puede negar es que Ortega, con la camiseta de River, es otro Ortega. Y River, con Ortega en la cancha, también era un equipo diferente.

(Diario Olé)